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Francesc-Marc Álvaro | Solucions oposades
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06 may 2013 Solucions oposades

Lo dice el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): en el conjunto de España crece la demanda de más centralismo mientras en Catalunya se consolida el soberanismo como la minoría más activa y organizada. Agua y aceite. En Madrid, las dos Castillas, Aragón, Murcia y Valencia son mayoría los que quieren un Estado sin autonomías o comunidades con menos competencias. En Catalunya y el País Vasco, en cambio, se da una situación inversa y dominan los que expresan que quieren más poder para su respectiva nación histórica.

Con este cuadro, es muy difícil que ningún partido de alcance estatal pueda ofrecer un proyecto que dé una salida satisfactoria para unos y otros. Después de treinta y ocho años de restauración democrática, el problema nacional-territorial de España sigue abierto y no únicamente porque los que en Madrid denominan «nacionalismos periféricos» vivan en la reclamación permanente. Cada día hay menos partidarios de la vía autonomista, también entre los promotores de un nacionalismo español explícito que busca, desde hace tiempo, la disolución de toda anomalía identitaria. Puedo resumirlo con una analogía que he usado otras veces: el proyecto del PP (y del PSOE) consiste en hacer de Catalunya algo parecido a Valencia, con descentralización folklórica, destrucción del sistema político propio, y domesticación colonial y clientelar de las élites. Recuerden que eso equilibraría en clave bipartidista el peso que ahora tienen Andalucía, Madrid y Valencia en la conformación de mayorías para alcanzar el Gobierno español.

Fijémonos en los datos del CIS. En España, hay un 37% de ciudadanos que piensan que sería mejor eliminar las autonomías o que estas tuvieran menos competencias. En Catalunya, el 33,7% es partidario de un Estado catalán, lo cual representa que uno de cada tres catalanes ha asumido con normalidad la propuesta independentista. Si España quiere recuperar más poder para Madrid y la sociedad catalana exige aumentar el que tiene, las soluciones intermedias, como el pacto fiscal en la vía del concierto de vascos y navarros, pierden consistencia. Y eso que un 21,4% de catalanes dice preferir un Estado federal. Para acabar de pintar la tormenta perfecta, el mismo barómetro del CIS señala que PP y PSOE reculan en intención de voto y que sus respectivos líderes no generan ningún tipo de confianza. ¿Quién gestionará esta mezcla imposible de agua centralista y aceite soberanista? ¿Cayo Lara? ¿Rosa Díez? Si hacemos caso de los datos del CIS, mucha gente quizás querría que los militares y los policías ocuparan el lugar de los políticos, un extremo inquietante.

La crisis ha agudizado las contradicciones del sistema autonómico, que tocó techo con la sentencia del TC sobre el Estatut. Ahora bien, los que quieren más España tienen un grave problema: tenemos memoria.

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