ajax-loader-2
Francesc-Marc Álvaro | Villalobos. Aquesta veïna de confiança
4443
post-template-default,single,single-post,postid-4443,single-format-standard,mikado-core-2.0.4,mikado1,ajax_fade,page_not_loaded,,mkd-theme-ver-2.1,vertical_menu_enabled, vertical_menu_width_290,smooth_scroll,side_menu_slide_from_right,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.5,vc_responsive

28 ene 2001 Villalobos. Aquesta veïna de confiança

Sus recomendaciones culinarias al ama de casa sobre los huesos de vaca para el caldo le han costado la desautorización del Gobierno, así como las críticas del sector ganadero. Celia Villalobos, de 51 años, tiene la capacidad de hacer llegar su mensaje a todo el mundo, incluso cuando resulta inoportuno. La ministra de Sanidad es una singular personalidad en el PP que ha hecho carrera como diputada en las Cortes, eurodiputada y, sobre todo, alcaldesa de Málaga. Es dura y afirma que “yo no debo nada a nadie”

Nada más llegar a la reunión, en una sala del Ministerio de Sanidad, se saca tranquilamente los zapatos de tacón, que la están matando hace algunas horas: –Bueno, mi alma, vamos a ver lo que hay. Pero que no nos vayan a joder más con todo este lío.

Celia Villalobos usa el lenguaje de la calle en sus citas oficiales. Suelta tacos y toma siempre la delantera. Su ética es la del desparpajo y su perfil político ha surgido de combinar con listeza el arrebato personalista y la lealtad al gran jefe. Por eso juega a ser auténtica sin miedo a no salir en la foto. Pero esta vez ha llegado demasiado lejos. Sus buenas piernas, glosadas por doquier, no han evitado una metedura de pata oficial de esas que ningún gobierno puede permitirse. Esta vez, aseguran en el PP, Villalobos ha dado contra los límites mismos de su personaje.

La ministra de Sanidad, que empezó Derecho pero no acabó los estudios porque antepuso el casarse y ser madre, quizás leyó en su día algo de Max Weber que hoy le viene al pelo: “La política se hace con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la entrega a una causa sólo puede nacer y alimentarse de la pasión, si ha de ser una actitud auténticamente humana y no un frívolo juego intelectual. Sólo el hábito de la distancia (en todos los sentidos de la palabra) hace posible la enérgica doma del alma que caracteriza al político apasionado y lo distingue del simple diletante político estérilmente agitado.” ¿Dónde está la distancia en esta mujer que exhibe su pasado antifranquista con una inusual recurrencia en el partido de Aznar? ¿Es su distancia profesional precisamente esa impostura populista que parece tan natural y que le regala un tirón que pocos de sus colegas pueden igualar? Podría pasar perfectamente por esa vecina simpática y de confianza que nos vende productos Tupperware o Stanhome en reuniones animadas donde los hombres nunca tienen entrada. Sus palabras sobre los huesos para el caldo se inscriben dentro de la ideología cercana y previsible de la fémina que ejerce el liderazgo desde una lectura posmoderna y desinhibida de la “maruja” ibérica clásica. Ella lo teorizó en una entrevista con Lluís Amiguet: –Las mujeres tenemos menos tendencia a la retórica y mayor hacia las cosas más prácticas. Práctico es hacer un caldo y, además, la gente lo entiende, aunque desde el Gobierno sea poco recomendable.

Práctico es haber sido compañera de viaje del PCE y haber entrado en la AP de Manuel Fraga de la mano de Jorge Vestrynge en los desérticos primeros 80, mucho antes que los aznaristas que hoy mandan. Práctico es ser amiga personal del líder y esposa de uno de sus grandes consejeros, Pedro Arriola, artífice intelectual muy destacado del viaje al centro del PP. Práctico, incluso, es no parecerse en nada a la típica señora de derechas y ser la “pogre” oficial de la casa. Práctico, en fin, fue que Jesús Hermida la lanzara en 1993 como tertuliana eficaz de las que se hacen entender por la mayoría.

Tras la actitud de Villalobos aguarda una pregunta inquietante: ¿Todo izquierdista que recala finalmente en la derecha deviene necesariamente populista para poder sobrevivir y hacerse perdonar? Al traje de alcaldesa de Málaga esta gestualidad directa le iba que ni pintada. Por eso en 1999 fue reelegida con mayoría absoluta y consolidó su particular baronía andaluza, que es algo que se respeta siempre desde Madrid. Antes, cuando numéricamente podían, ni PSOE ni IU habían sido capaces de pactar para cerrarle el paso. Su mancha negra en la alcaldía es el cierre del palacio de Deportes, en septiembre de 1999, poco después de su inauguración, por el hundimiento del terreno.

Como diputada en el Congreso ya tuvo sus momentos de traca y luz. Dejando de lado las amonestaciones que recibió por parte de la presidencia de la Cámara por su léxico tan expresivo, se ganó el reconocimiento de las asociaciones de gays y lesbianas al desmarcarse de su grupo y votar, el 27 de mayo de 1997, a favor de la admisión a trámite de la proposición de ley sobre parejas de hecho estables presentada por Coalición Canaria. Y antes, en otra sesión, se ausentó de su escaño para no tener que votar negativamente a la ampliación de los supuestos de despenalización del aborto. Salirse de la disciplina en estos asuntos ha fijado su estampa de rebelde y le ha puesto la diana de la derecha moral. Como cuando apoyó la campaña a favor del uso del preservativo bajo el lema “póntelo, pónselo”. Algún obispo la criticó entonces. En el ministerio, se estrenó polémicamente con el abordaje de las listas de espera y paralizando el proyecto de las fundaciones públicas sanitarias. Su suerte parece unida a una sola gran apuesta: obtener mayores recursos para su departamento. –Venga, Rato, cariño, dame algo.

Etiquetas: