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Francesc-Marc Álvaro | Pedro Solbes- Tramitador dièsel
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30 dic 2001 Pedro Solbes- Tramitador dièsel

Pedro Solbes. Como comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea es el máximo responsable del proceso de introducción del euro. Dedicado desde joven a estudiar e impulsar la Europa institucional, conoce perfectamente la madeja de despachos y normas de la Unión Europea. Ex ministro de Agricultura y ex titular de Economía del último gobierno del PSOE, este doctor en Políticas y licenciado en Derecho se convierte, a sus 59 años, en el hombre del euro. Si le ven, pídanle cambio.

Si dentro de 300 años alguien pregunta cómo se hizo la nueva Europa del siglo XXI, se deberá borrar cualquier estampa épica poblada de políticos audaces de verbo atronador. Para entender el milagro de la bandera azul con estrellas doradas será más útil hacer una nómina completa de los callados y eficaces “culos de despacho” que han dado forma lentamente al tapiz. En esta lista estará, por derecho propio, el alicantino Pedro Solbes Mira, quien ha incorporado a su mirada un automatismo defensivo para evitar que los atardeceres tristes de Bruselas, sumados a la luz del flexo, le hundan en el “spleen”.

El truco está en el hábito y la constancia. Solbes se mueve por los desangelados pasadizos bruselenses con pasmosa facilidad, sin estrés ni glamour, como el cirujano por el quirófano. Aterrizó en la capital belga y europea en 1973, como consejero de la misión de España ante lo que, en aquella época, eran las Comunidades Europeas, y no ha parado desde entonces. En pleno tardofranquismo, cuando el españolito medio se iba al cine a Perpinyà para ver mundo, Solbes era uno de los raros jóvenes que se sabían al dedillo todas las normas de un proyecto que iba mucho más allá del festival de Eurovisión. Tanto que incluso formó parte de los que negociaron el acuerdo preferencial con la CEE.

Hay que tener un olfato especial de visionario para apostar por algo que, desde Madrid o El Pinós de Monòver –su pueblo–, casi nadie sabía exactamente lo que era. Por todo esto, la actual aventura del euro no le pone nervioso. Estamos ante un creyente europeísta nato.

Decir de Solbes que es un eficaz servidor del Estado es decir poco. Añadir que estamos ante un prototí- pico eurócrata de lujo es quedarse corto. Solbes es, por encima de todo, un despachador diésel de los que hacen funcionar las instituciones por dentro puntualmente, sin altibajos. Entiende la política como alta gestión, léase la suma de conocimiento hondo de los dossieres y de habilidad para cerrar acuerdos en los pasillos.

Aunque no está adornado con la amenidad oratoria, su estilo profesoral despliega prolijo los argumentos con tanta solidez, orden y claridad que sus intervenciones pueden ser transcritas sin tachaduras. No obstante, la monotonía le confiere un aire excesivamente tecnocrático y gris del que nunca se desmarca en sus apariciones oficiales.

En privado, en cambio, asoma el alicantino que sabe bromear, irónico como lo son quienes llegan a la fiesta después de horas de empollar. Hace poco, ante una delegación de periodistas catalanes desplazados a Bruselas, Solbes mostraba sonriente, entre chistes y chanzas, las nuevas euromonedas. Luego, los mismos periodistas, puestos ya ante el personaje del comisario, recibieron una lección de gran nivel sobre el euro. En ésta, Solbes demostró que, en el fondo, sigue siendo aquel técnico comercial del Estado que lo prepara todo para no equivocarse.

Ha servido a diversos gobiernos y es conocido el aprecio que tenían por él los centristas. También formó parte del equipo negociador para la adhesión de España a la CEE. Socialista al margen del partido, su ascensión desde la llegada al poder del PSOE, en 1982, fue la natural en un diésel: prudencia, trabajo y saber tragar sapos, cualidades que sirvieron para fabricar confianza, especialmente cuando relevó a Solchaga en Economía. Si la gloria de cualquier despachador político es construir Estado o similar, acuñando moneda nueva, Solbes ha tocado el cielo. No le maldigan cuando se hagan un lío con los céntimos.

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