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Francesc-Marc Álvaro | L’esperit rebel
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17 oct 2011 L’esperit rebel

Jordi Barbeta escribía el sábado en estas páginas que una actuación de la policía contra los indignados en plena campaña tiraría por la borda todos los esfuerzos de Rubalcaba por contemporizar con el espíritu supuestamente rebelde del 15-M. Dado que todo hace pensar que las movilizaciones de los indignados trufarán los quince días en que los políticos pidan el voto, los socialistas lo pasarán mal, porque deben mantener el orden público y, a la vez, hacer la pelota a los que afirman que esta democracia debe ser sustituida por una «real». Esto no es una tarea fácil y exige mucha imaginación, la cual brilla por su ausencia. La única respuesta del PSOE (y del PSC aquí) es recurrir al miedo al PP. Blanco tuvo un gran momento cuando advirtió a los indignados que, a partir del 20-N, podrían «sentirse desesperados». Alta política, sin duda.

Me tiene muy intrigado todo el que hace Rubalcaba para intentar caer simpático a los indignados. ¿Servirá de algo tanta demagogia? Permitan que lo dude. ¿Tiene algo que ver la rebeldía del 15-M con quien ha sido vicepresidente de Zapatero hasta hace dos días y ministro de González hace unos años? Permitan, otra vez, que lo dude. Tengamos memoria, incluso histórica. Si hay un político socialista actual que encarna las virtudes y los defectos, las grandezas y las miserias del establishment es don Alfredo. El candidato del PSOE representa como pocos el sentido de Estado (incluso cuando este es más dudoso), encarna a la perfección el cálculo pragmático a corto plazo, y es una figura prototípica de la gobernabilidad postideológica que dio tantos éxitos a una socialdemocracia hoy desorientada y hundida. ¿A quién quieren tomar el pelo desde la calle Ferraz? Me he leído con un gran interés el nuevo manifiesto de los indignados y me cuesta ver en él algo que Rubalcaba haya pensado nunca. Cuesta creer que quien ha sido ministro del Interior abone lo siguiente, de la mano de santos tan milagrosos como Chomsky, Galeano y Klein: «Las instituciones internacionales no democráticas son nuestro Mubarak global, nuestro Asad mundial, nuestro Gadafi internacional. Estas incluyen: el FMI, la OMC, el comercio internacional, los bancos multinacionales, el G8/G20 y el Consejo de Seguridad de la ONU». Debo decir que tampoco parece un mensaje que pueda adoptar fácilmente la señora Chacón ni, por ejemplo, José Zaragoza, director de campaña del PSC. En este jardín, ya labran ICV e IU, que se esfuerzan todo lo que pueden por convertir las protestas en papeletas, mediante el método de ir a misa y repicar. Pero nunca se sabe y cosas más raras se han visto. No debemos despreciar la habilidad de Rubalcaba para el transformismo, los juegos florales y la alta comedia. Al fin y al cabo, los jóvenes indignados no recuerdan en absoluto las proezas del cántabro al servicio de González. ¿Quién había de decirnos que Fouché acabaría emulando a Fregoli en la España de las maravillas?

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