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Francesc-Marc Álvaro | Acabat el ritual
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30 mar 2012 Acabat el ritual

A María le rompieron ayer los cristales de la panadería; lo hizo un grupo que decía hablar en nombre de los trabajadores y que también la insultó porque no quería dejar sin pan a la gente de su barrio. Ahora, además de tener que defender un negocio que retrocede y soportar la competencia de las gasolineras, María deberá pagar la factura de los desperfectos; ni la Administración ni los sindicatos lo harán. Concluido el ritual de la huelga general, el Gobierno Rajoy continuará con la reforma laboral y María hará lo imposible para no cerrar el horno de pan que su padre abrió después de la guerra, Ella siempre se ha considerado una trabajadora, no una empresaria. Le hace gracia cuando oye que hablan de emprendedores, se pregunta qué deben ser. Ella sabe el esfuerzo que representa pagar a los proveedores y el salario de seis personas cada mes, y no poder dormir pensando que todo se irá al garete.

María, cuando era joven, estaba convencida de tres cosas: que nadie te regala nada, que trabajando no te haces rico y que hay que saber el sentido de cada uno de tus actos. También tenía claro que no es recomendable endeudarse más de la cuenta y que un trabajo era para toda la vida. Las cosas han cambiado mucho desde que tenía veinte años y ha empezado a asumir que la vida es menos lineal de lo que había previsto, pero mantiene la voluntad de encontrar una razón en todo lo que hace. Ante la convocatoria de huelga general, entendió que esta no serviría de nada porque le recordaba aquel mundo de certezas que ahora ya no existe. Ella lo había comprobado en su sector. Las gasolineras ofrecen un producto que denominan pan y la gente lo compra alegremente.

A María le rompieron ayer los cristales de la panadería; lo hizo un grupo que decía hablar en nombre de los derechos básicos y que también la insultó porque no quería dejar sin pan a la gente de su barrio. Ella observaba a los miembros del piquete sin miedo y sin rabia, sin ningún tipo de visceralidad, con un enorme distanciamiento, como si hubiera imaginado la escena muchas veces. Una vez acabada su importante misión, aquellos valientes representantes del proletariado se alejaron de la panadera y las dos dependientas, no sin antes advertir con gritos que, si no bajaban las persianas, volverían.

Concluido el ritual de la huelga general, el Gobierno Rajoy continuará con la reforma laboral y María llamara a Pedro, que tiene una tienda de cristales, mamparas de baño y similares, y le encargará que, lo más pronto posible, arregle el escaparate principal de la panadería. Concluido el ritual del siglo XIX y la guerra de cifras del siglo XXI, el contundente arte de la persuasión de ciertos piquetes habrá contribuido de manera decisiva a impulsar la economía productiva y a generar riqueza, sobre todo en el ámbito de las reformas en locales y establecimientos de cara al público.

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