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Francesc-Marc Álvaro | Cicles que s’acaben
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27 abr 2012 Cicles que s’acaben

El mundo culé y una parte importante de todo el país se pregunta -en medio de los trompazos de la crisis y las incertidumbres de la política- si hemos llegado o no al final del ciclo glorioso vivido estos años por el FC Barcelona con Pep Guardiola como técnico y líder del equipo y -casi – de la nación que nos gustaría ser, si no fuéramos tan parecidos a como el tópico dice que somos y, de momento, todavía nos obstinamos en certificar con muchas de nuestras actitudes. Interrogarnos sobre la finalización de un ciclo es humano y normal, sobre todo si pasamos de mejor a peor, que es lo que ahora le ocurre a la gran familia azulgrana. Alguien dirá que la mentalidad culé retorna a su perfil sufridor de antaño. Veremos. En cualquier caso, todo el mundo sabe que la vida es cambio y que el triunfo tiene sentido porque también existe la posibilidad de derrota y de pérdida. Son cosas tan obvias que sólo se olvidan cuando la victoria se convierte en feliz costumbre.

Cuando observamos la complicada época que nos ha tocado vivir con respecto a la economía y el empleo también nos preguntamos cuándo llegaremos al final de este ciclo de recesión que nos está causando unas angustias para las cuales no estábamos preparados. Los economistas más optimistas hablan de tres y cuatro años largos todavía de fuerte malestar. Se empieza a hablar del año 2020 como de un hipotético umbral para entrar en la recuperación, quizás porque se trata de una cifra redonda que, de paso, invita a tener paciencia y tratar de soportar las inclemencias. En lo más profundo de nuestra cultura está arraigada la creencia de que después de los años de vacas flacas han de venir los años de vacas gordas. No obstante, los profesionales del mal augurio -estos prosperan como las malas hierbas- aseguran que después de las vacas flacas también pueden venir las vacas cadavéricas y las vacas fosilizadas. ¡Mama, miedo!

Los catalanes tenemos tendencia al dramatismo vinculado a la finalización real o imaginaria de los ciclos. Escribo este papel cuando todavía no se sabe si Guardiola renovará, pero uno no querría estar en la piel del brillante entrenador, porque muchos considerarían su adiós como una catástrofe irreparable, una desgracia colectiva que debería sumirnos en una depresión, mucho más grave que todo el resto de los asuntos que nos preocupan. Los ciclos empiezan y acaban, se suceden de acuerdo con la suma de circunstancias, voluntades y azares y no pasa nada. Por cierto, con dosis menores de dramatismo seguro que pensaríamos mejor.

Más que ciclos, a veces, todos querríamos norias, que también son circulares pero tienen un problema insalvable: nos encadenan y nos obligan a hacer siempre el mismo breve camino, miles y miles a veces, sin ir a ningún sitio. La noria es útil pero sólo funciona con burros.

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