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Francesc-Marc Álvaro | Sumar o restar
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14 may 2012 Sumar o restar

La señora Pérez, una votante tipo de CiU, no ha entendido nunca las tensiones y disputas entre Unió y Convergència, dos partidos federados que la mayoría de la gente considera una única fuerza política. Otra cosa es lo que sienten y piensan las respectivas militancias, obligadas a cohabitar con más o menos armonía según las localidades y comarcas del país. Las relaciones entre Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida son buenas, pero, por debajo, perviven desconfianzas atávicas. El último congreso de UDC ha provocado nuevos choques.

A mí me interesa mucho la opinión de la señora Pérez. Porque ella es la que hace y deshace mayorías en este país, más que las personas más politizadas o los que nos dedicamos a comentar la jugada desde los medios. ¿Qué piensa hoy la señora Pérez? Ella no ha militado nunca en ningún sitio pero vota CiU porque considera que, de momento, es la opción que defiende mejor los intereses de los catalanes, aunque no siempre está de acuerdo con Mas o Duran Lleida. Por ejemplo, no le entra en la cabeza que CiU abone la amnistía fiscal. ¿Y, sobre el futuro, qué piensa? Los dos hijos de la señora Pérez están a favor de la independencia, su marido no lo ve nada claro, y ella, en cambio, cada día está más cansada de Madrid, pero tiene algunas dudas importantes. Hace cinco años, no hablaba nunca de la independencia.

Después de los congresos de CDC y de UDC, el panorama es tan ambiguo como fluido: Convergència es un partido que no renuncia al camino de la independencia pero que no quiere definirse como independentista y Unió descarta la independencia pero quiere contar con su sector independentista. La familia de la señora Pérez es como CiU: aumentan los independentistas pero hay de todo, menos españolistas que quieran limitar todavía más la autonomía.

Mas y Duran Lleida deben gestionar esta realidad tan compleja. Por eso Mas hace un papel y Duran Lleida hace otro, un ejercicio que puede desconcertar a unos y puede tranquilizar a otros. El que quiera mensajes más claros y decididos tiene ERC. No olvidemos que CiU siempre ha buscado conectar con una gran mayoría, un sector del país que evoluciona hacia posiciones soberanistas pero que no lo hace de manera unánime, detalle muy importante. La clave del futuro de CiU pasa por saber detectar a tiempo el momento en que ser a la vez una marca autonomista e independentista restará más que sumará votos. En los últimos comicios, esto todavía sumó.

CiU es una marca que recoge votantes que quieren cosas diferentes. Esto no durará siempre, hay cambios de fondo. Adivinar el momento exacto de la reconfiguración de una nueva mayoría social es el reto principal de CiU, adelantarse al día en que la suma ganadora en las urnas partirá de nuevos valores.

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