ajax-loader-2
Francesc-Marc Álvaro | Més enllà de la Siemens i les ‘xonis’
4678
post-template-default,single,single-post,postid-4678,single-format-standard,mikado-core-2.0.4,mikado1,ajax_fade,page_not_loaded,,mkd-theme-ver-2.1,vertical_menu_enabled, vertical_menu_width_290,smooth_scroll,side_menu_slide_from_right,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.5,vc_responsive

25 sep 2012 Més enllà de la Siemens i les ‘xonis’

Los tópicos y los prejuicios desfiguran la realidad. Por eso hay que salir a hablar con las personas concretas a los lugares concretos donde viven. Elijo Cornellà, ciudad principal de la comarca del Baix Llobregat (más de 88.700 habitantes), y cierro más el foco para ver el detalle. Elijo, por ejemplo, el Pedró (más de 6.400 habitantes), uno de los siete barrios de la localidad, fronterizo con Sant Joan Despí. En el pasado, fue uno de los centros industriales más importantes de la zona y del país, hoy es un barrio dormitorio y de servicios de la joya de lo que fue cinturón rojo, ahora planeta de las chonis, según la postal fácil. El presidente Montilla fue alcalde aquí diecinueve años.

En la plaza del Trinquis (también llamada de Àngel Guimerà) nada hace pensar, a primer vistazo, en el peso histórico enorme de la multinacional alemana Siemens, que se instaló aquí en el año 1910. Pero queda claro que estoy entre gente trabajadora que -antes de que lo recomendara Guardiola- siempre se ha levantado muy temprano. La calle Torras i Bages sale de este punto y conduce hasta la entidad principal del barrio, el Orfeó Catalònia, que exhibe una gran bandera catalana en la fachada.

Eugeni Tamarit (65) es el presidente de este ejemplo de sociedad civil viva que hoy tiene unos 300 socios y que proviene del catalanismo obrero y republicano. Es de Cornellà de toda la vida: «Fui a la manifestación del Onze de Setembre del 77 -explica- y esta vez no he podido ir por problemas de salud, pero estaba en espíritu. Hay que decir basta. Si hay un referéndum, votaré sí a la independencia». Tamarit, sobrino del científico Joan Oró, admite que el proceso genera «inquietud» y confiesa que «antes le ponía un 5 o un 6 a Mas y hoy le pongo un 8. Parece que la manifestación le haya abierto los ojos».

En el bar de la entidad, hay colgada una bandera cubana que, desde fuera, se confunde con una estelada. Es cosa del encargado, Aroldo Velázquez (55), que añora su país y que, si puede, votaría a favor de la secesión «porque tengo un nieto catalán y porque no es lo mismo volar con tus alas que tener que obedecer a tu hermano mayor en todo».

En el local del Orfeó Catalònia (que después de la guerra fue incautado unos años por la Falange) se hacen todo tipo de actividades y se encuentran personas de orígenes diversos. No es -como se podría pensar desde lejos- el reducto de una minoría a la vez dentro de otra minoría dentro de Catalunya. Lo confirma la conversación con Ernesto Rincón (53), vicepresidente, que llegó con 9 años de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz): «No estoy en contra de un referéndum, pero me inclino por la unidad de España, yo soy catalán y español. Si llega la independencia, me gustaría tener la doble nacionalidad. Ahora bien, si sólo pudiera escoger una, me quedaría con la catalana, porque vivo aquí». Descarta peleas en el barrio por este asunto y no se corta sobre los líderes: «Me gusta más Pujol que Mas. Me parece que se aprovecha de la corriente».

De nuevo en la calle, hablo con un cliente del concurrido Bar Trinquis. Antonio Ruiz (67) me hace saber que es lector de La Vanguardia y que lleva viviendo cuarenta y ocho años en el barrio, donde llegó desde un pueblo de Granada. Admite que la independencia le da un poco de reparo porque «no podemos quedar fuera de Europa y temo que no paguen las pensiones». Añade que quiere «más dinero para Catalunya» pero que votaría no en un referéndum. Piensa que sus hijas «quizás apoyarían al sí».

En el pequeño supermercado que regenta una familia pakistaní, Nisar Anjum (28) responde lacónico. Hace seis años que vive en Catalunya, se queja de la caída de las ventas y parece favorable a un Estado catalán. La nueva inmigración está presente en el Pedró, en una proporción menor que en otros barrios. No obstante, cuando me siento a hablar con Matías Estarás (67), presidente de la Asociación de Vecinos, me doy cuenta de que lo que más le preocupa son los inmigrantes, no la independencia: «Tienen que venir con permiso de trabajo y tienen que respetar nuestras costumbres». Nacido en Badajoz, Estarás trabajó 35 años en TMB y es militante socialista. Critica que las personas mayores reciban cartas oficiales sólo en catalán y dice que el debate independentista le provoca «malestar» y que «muchos piensan que habrá enfrentamientos». La diversidad vive también en su familia: «Yo votaría no a la independencia, pero mi mujer -nacida aquí- y mis hijas votarían sí». Los tres hijos del pastelero Juan Vera (66) -nacido en Granada- también caen del lado del sí mientras el padre optaría por el no.

La otra cara de la moneda es Antònia Martínez (64), propietaria del restaurante El Cortijo, nacida en Cornellà, casada con un andaluz y votante de CiU: «En casa, todos votaríamos sí, ahora es el momento de romper». Ella y su marido fueron a la manifestación y no tiene miedo de un choque de trenes porque «no será más duro de lo que vivimos, que nos hacen la puñeta cada día». El charcutero Manolo Cruz (46), que salió de Córdoba con tres años, también votaría sí por motivos económicos, igual que Pierre Legrand (34), camerunés de nacimiento ahora en paro, que subraya que «hace falta información porque hay incertidumbre, más que miedo». Rosa Pons (43), dueña de una panadería artesana, ve el momento «con ilusión» aunque «aquí, en el Pedró, ganaría el no».

El escritor Ignasi Riera (72), que vive en Madrid pero fue concejal de Cornellà y vecino del Pedró durante un cuarto de siglo, destaca el papel que hizo la escuela Sant Miquel, vinculada al movimiento de renovación pedagógica, en la cohesión del barrio: «En el Pedró siempre ha habido mucha vida asociativa, y eso ha ayudado a integrar». Son de la misma opinión Francesc Belso (46) y Anna Castillo (43), de la asociación Identitat, dedicada a la promoción de la cultura catalana y el diálogo intercultural: «El camino hacia la independencia se debe hacer bien, no está ganado, y la partida más importante se jugará en el área metropolitana». Belso mantiene que «hay que hacer mucha pedagogía, barrio por barrio, para borrar los fantasmas sobre una Catalunya libre».

Etiquetas: