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Francesc-Marc Álvaro | La butaca d’Emmanuelle
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19 oct 2012 La butaca d’Emmanuelle

Hoy lamento que no sea agosto y que el tío Baixamar no pueda comentar el fallecimiento de la actriz Sylvia Kristel, más conocida por su papel de Emmanuelle en las diversas películas donde se explicaban con detalle las proezas eróticosentimentales de una mujer que ofreció perspectivas nuevas a toda una generación ávida de conocimientos en esta materia. Baixamar fue fan -como tantos de su quinta- de esta holandesa que nos demostró con una agilidad notable que el espacio de un lavabo de avión es mayor de lo que parece.

Yo era demasiado joven en 1974 para poder ver el filme que entronizó al mito erótico que coincidió con la crisis del petróleo, la muerte de Franco y la transición. La señora Kristel era un asunto de los mayores y, cuando pudimos admirar sus habilidades, ya habían surgido otras figuras que conectaban más con la nueva sensibilidad de los que -afortunadamente- habíamos tenido una educación más abierta. No obstante, confieso que siempre he sentido fascinación por las fotografías -muy conocidas- donde Emmanuelle aparece sentada en un sillón como de mimbre, vestida sólo con un largo collar de perlas, lo cual permitía superar muy fácilmente (según recuerdo que sostenía Baixamar un día en que tocamos la cuestión) el trauma de haber visto durante años a la mujer del dictador luciendo este tipo de collares. Nos reconciliamos con las perlas.

Vuelvo a mi manía. El de la actriz es un tipo de sillón que -¡vaya cosas!- volví a ver en un programa (quizás de viajes) que presentaba Baltasar Porcel me parece que en el circuito catalán de TVE, hace la tira de años. ¿Fue casual que Porcel escogiera aquel tipo de asiento para dirigirse al televidente? ¿Era un mensaje subliminal del genial novelista? Nunca se sabrá. Estoy seguro de que se trataba del mismo sillón de respaldo enorme, que invitaba a pasar ratos muy relajantes de lectura, siestas u otros recreos. Quizás la memoria se me mezcla con lo soñado, pero juraría que, alguna vez, no sé donde, yo llegué a sentarme en un sillón estilo Emmanuelle.

Hoy será un día triste para todos los que pasaron ratos memorables con las escenas protagonizadas por Sylvia Kristel. Es un tópico nunca desmentido que nosotros somos también nuestras películas, a veces más que la propia existencia. Ahora bien, no deja de ser irónico que la desaparición de una mujer que hizo tanto por la buena educación sexual del personal ocurra cuando nos asedia la moda de la literatura erótica para madres. Es como si fuéramos hacia atrás y el legado de lo que ayer fue rompedor se hubiera perdido hoy en el bosque de la facilidad más calculada. O no, porque también hay quien -amante de emociones más fuertes- nunca pudo soportar los filmes de Emmanuelle, por blandos.

 

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