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Francesc-Marc Álvaro | Partits del futur
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14 ene 2013 Partits del futur

La solución del caso Pallerols quería evitar el castigo mediático del líder de Unió y, paradójicamente, ha alimentado todo lo contrario, sobre todo porque las primeras explicaciones oficiales sobre el acuerdo con la Fiscalía las hizo la portavoz del partido y no Duran Lleida. Lo hemos dicho otras veces y lo debemos repetir: dar la cara es indispensable en el mundo que vivimos, no hacerlo siempre es peor. Esta noticia es mala para la credibilidad de los democristianos, de CiU como federación -cuidado con ciertas alegrías miopes en CDC- y de la política catalana en general. Que la dirección de Unió explique que asume «la responsabilidad civil subsidiaria a título lucrativo» pero que no sabía qué pasaba con los fondos europeos destinados a la formación de parados es una narración que no puede funcionar cuando la desconfianza del ciudadano ha alcanzado unos niveles altísimos.

Como ya hemos escrito, todo lo que refuerza la sensación de impunidad es gasolina para el motor de la desafección. Las encuestas son contundentes: hace meses que los políticos son percibidos como «un problema», habitualmente en tercer lugar tras la crisis y el paro. Los ciudadanos -castigados por realidades muy agrias- no entienden ni aceptan que las élites políticas disfruten de un trato tan especial. Pero los partidos nunca cogen el toro de la corrupción por los cuernos y sólo se dedican a utilizar cada caso en contra del adversario, un espectáculo que incrementa la distancia entre sociedad y políticos.

Las últimas elecciones catalanas hicieron crecer el voto hacia formaciones nuevas que no han tenido responsabilidades de gobierno y que, además, hacen bandera de la regeneración. La entrada en el Parlament de la CUP y el aumento espectacular de escaños de Ciudadanos responde, sobre todo, a la fatiga que despiertan las otras ofertas cuando se enfrentan a las disfunciones de la maquinaria democrática. Este es un fenómeno que el resto de fuerzas no deberían ignorar, especialmente las dos mayores, CiU y PSC; el remedio debe venir de dentro, de lo contrario el horizonte es ir bajando.

En Catalunya, además del eje derecha-izquierda y del eje españolismo-soberanismo, hay un tercero que será cada día más importante, el eje rutina-renovación. Lo que pesa no es sólo la corrupción, también están la endogamia, la falta de agilidad y la pérdida de permeabilidad en relación con muchos intereses sociales. En Madrid, han puesto en marcha lo que se llama Partido X-Partido del Futuro, con gente que estaba vinculada al 15-M, y parece que, en las generales, UPyD puede seguir creciendo porque hace este papel de outsider. Partidos del futuro y partidos del pasado. La fábula, sin embargo, es severa: sin una mejora ambiciosa de los mecanismos de control y de la cultura política general, los renovadores de hoy siempre pueden ser los sospechosos de mañana.

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