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Francesc-Marc Álvaro | De Piqué a Margallo
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11 mar 2013 De Piqué a Margallo

Josep Piqué, uno de los catalanes más inteligentes y preparados que ha formado parte del Gobierno, no debe hablar mucho con quien ahora ocupa Exteriores, un cargo donde el vilanovés -durante la etapa de Aznar- demostró su talento. No sé si es habitual el intercambio de conocimiento entre ministros y exministros, intuyo que no mucho, sobre todo si son del mismo partido (por aquello de que los adversarios se sientan enfrente pero los enemigos lo hacen al lado, etcétera). No obstante, García-Margallo podría aprender cosas útiles de uno de sus predecesores más afinados. Ahí va un ejemplo.

El pasado miércoles, el titular de Exteriores tuvo un momento sentimental y contundente a la vez y declaró que «jamás» pisaría -ni como ciudadano ni como ministro- el territorio de Gibraltar «mientras no haya una bandera española». Es interesante que las banderas sean tan importantes para un miembro del Gobierno de Rajoy. Pensábamos que sólo la señora Llanos de Luna sufría este tipo de fijaciones. ¿No habíamos quedado en que estas cosas son «aldeanas», «propias de paletos» y de «fanáticos obsesionados con la identidad»? Ay, carajo. ¿Y el cosmopolitismo? ¿Y la racionalidad? ¿Y los problemas que interesan de verdad a los españoles? Margallo debe ponerse al día. Por eso le recomiendo la lectura del artículo que Piqué publicó en este diario anteayer, Era de cambios y cambio de era.

En este papel, Piqué demuestra que los negocios no le han restado ni un gramo de lucidez, al contrario. Hablando de Catalunya, el exministro afirma que «la distancia entre la épica y el ridículo es muy corta». Estoy cien por cien de acuerdo. Sin embargo, ¿por qué limitarlo sólo a Catalunya cuando podemos observar el conjunto de las Españas en todo su esplendor y, de manera especial, este gran Madrid que pagamos entre todos? La distancia entre la épica y el ridículo es muy corta, ciertamente: un ministro declara que nunca pisará Gibraltar «mientras no haya una bandera española». Piqué habría sido más trendy. Para decirlo a su manera, lo que hace falta es «la geopolítica seria».

El artículo de Piqué acaba con una advertencia que también comparto al cien por cien: «Y no conviene perder energías en debates estériles y arcaicos». Con un nivel de paro de seis millones de personas, poner Gibraltar en la agenda es una frivolidad, para decirlo suavemente. Sobre todo teniendo en cuenta que los gibraltareños están encantados de tener pasaporte británico, detalle que los demócratas informados como Piqué no orillan.

Margallo habla como un hombre perdido en el siglo XX y Piqué escribe como un hombre del siglo XXI. «Nada volverá a ser como fue», afirma el expolítico. Exacto. Preciso. Las sociedades cambian aceleradamente y eso no lo pueden frenar ni fiscales generales ni constituciones. Esta es la noticia. Por todo el mundo, incluido Gibraltar y Catalunya.

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