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Francesc-Marc Álvaro | La Sra. Maria i el Parlament
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18 nov 2013 La Sra. Maria i el Parlament

La realidad es así: en Mataró, Manresa o Vilanova i la Geltrú hay muchas señoras Marías afectadas por las preferentes que les ofrecieron sus amigos de Caixa Laietana, Catalunya Caixa o Caixa Penedès. Decir que estas señoras están indignadas es decir poco. Sólo hay que preguntar qué piensa la ciudadanía de estas localidades de los exdirectivos de las mencionadas entidades financieras, dos de ellas ya desaparecidas. El periodismo debería salir a la calle a recabar la opinión que la buena gente trabajadora y ahorradora tiene de los que fueron gestores de unas cajas que han tenido un final más que triste. Descubriríamos que la señora María -persona de orden y quizás de misa diaria- suelta expresiones mucho más duras que las utilizadas por el diputado Fernández en la comisión que investiga la crisis de las antiguas cajas de ahorros.

Los que dirigían aquellas entidades van pasando por el Parlament, un ritual paralelo al circuito judicial, del cual -por cierto- la señora María no espera nada. La Cámara representa al pueblo de Catalunya y, por lo tanto, responder las preguntas de los diputados es responder a los ciudadanos. No hacerlo o hacerlo con evasivas y falacias es una grave falta de respeto a la gente. Ahora que todo el mundo opina sobre la falta de respeto en relación a las sandalias de un diputado, será bueno subrayar que no hay menosprecio mayor que considerar que los que votan y pagan impuestos son idiotas.

La actitud escapista de la mayoría de exdirectivos de cajas que han pasado por el Parlament es un escándalo de grandes proporciones, que sería inaceptable en democracias donde el legislativo -pongamos el Reino Unido o EE.UU.- tiene más fuerza que aquí. ¿Ejemplos? Narcís Serra estuvo insuperable cuando afirmó tranquilamente que «el gran responsable de lo que ha pasado es la crisis y el paro». La crisis como catástrofe natural que le quita los ahorros a la señora María. Aquel día, el representante de la CUP no fue más suave que ante Rato (utilizó palabras como «ladrón, atracador o cleptómano»), pero no se le criticó mucho. Curioso.

La procesión que ha pasado por la comisión parlamentaria es digna de un filme de terror. Los exdirectores generales de Caixa Penedès, Ricard Pagès (también presidente de la entidad) y Manuel Troyano, se limitaron a leer una declaración. Después, mientras los diputados hacían preguntas, ellos imitaban a las estatuas de la Rambla. No puedo reproducir aquí lo que un amigo de Vilafranca dice que piensa cada vez que ve al tal Troyano por la calle. También el expresidente de Caixa Laietana, Josep Ibern, tuvo su momento de gloria cuando aseguró que no tenía ninguna responsabilidad en los miles de damnificados por las preferentes y cuando proclamó sin vergüenza: «De una cosa que no tengo la culpa no debo pedir perdón». Ciertamente, las formas fallan mucho en el Parlament.

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