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Francesc-Marc Álvaro | El Barça i els valors
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24 ene 2014 El Barça i els valors

Si yo me dedicase a la asesoría de dirigentes políticos, económicos, deportivos y similares, daría -cobrando- el siguiente consejo: haga las cosas bien y, sobre todo, no hable nunca de los valores de su partido, empresa o club. Los valores, como dicen los militares del valor, hay que suponerlos. Es evidente que voy contra corriente y por eso me dedico a escribir y no me gano la vida como spin doctor, que es cosa que ha estudiado muy bien el amigo Toni Aira. Cuando los que tienen poder me hablan mucho de valores, empiezo a sospechar. Es un discurso que busca la aprobación pública inmediata en el terreno del autobombo moral, porque -como sabe cualquier estudiante de primero de relaciones públicas- eso vende. Por eso -es un ejemplo al azar- Renfe tiene un departamento dedicado a la responsabilidad social y, a la vez, da un servicio de cercanías en Catalunya con muchas deficiencias. No quiero saber qué valores tiene Renfe, es un asunto que me la trae al pairo, sólo quiero que los trenes funcionen sin sorpresas desagradables y me lleven puntualmente a destino.

El Barça es un club que tiene -se nos repite- nobles valores. Sus directivos han insistido a menudo en eso de los valores. Muy bien. Entendido. Algunos amigos socios también lo piensan y yo no soy nadie para desmentirlo. Ahora bien, ¿es necesario repetir la canción de los valores tan a menudo? Lo digo porque, después, cuando bajamos al mundo de los mortales, las realidades de la vida, de la gestión, de los compromisos, de los patrocinios, de los contratos y del espectáculo en general parecen desmentir toda la poesía de los valores y conducirnos a la zona de la prosa más gris, allí donde no se responden las preguntas. Deberíamos evitar caer en el tipo de ridículo que protagonizó Florentino Pérez cuando, para celebrar el Balón de Oro a Cristiano Ronaldo, afirmó que el portugués «es un ejemplo para todos y para los niños». Cielos.

Desconfíen de los que hablan siempre de los valores como de los que repiten obsesivamente que su producción de verduras, de ternera o de queso es ecológica, sostenible, comprometida, etcétera. Menos rollo. Los valores se demuestran con las actuaciones y el resto acostumbra a ser literatura recreativa. No es un problema que sólo tenga el Barça, claro. Estos días, vemos como un partido político que quiere convertirse en campeón de la regeneración y que da constantes lecciones de ética también está integrado por personas humanas y no por ángeles ni vírgenes. Y las personas humanas nunca somos perfectas, por eso hay que ser prudentes y respetuosos a la hora de juzgar los presuntos resbalones del adversario o del vecino.

Si usted es político, presidente de club, empresario o financiero, no me hable más de valores, por favor. Basta con que no me trate como si fuera idiota.

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