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Francesc-Marc Álvaro | Fem un Kilian
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14 feb 2014 Fem un Kilian

Un conocido que se dedica a hacer actividades de montaña me explica que la Federació Catalana d’Alpinisme i Escalada, así como varias asociaciones excursionistas, están preocupadas por una moda que crece a raíz de las proezas y la proyección mediática de Kilian Jornet, que acaba de recibir el premio Aventurero del año, otorgado por la prestigiosa revista National Geographic. Resulta que cada día hay más gente que, al grito de «¡Hagamos un Kilian!», se dedica a intentar subir y bajar montañas corriendo, como si fuera lo más fácil del mundo. La mayoría de los que lo hacen piensa que el hecho de estar más o menos habituado a correr es garantía suficiente para emular al tres veces campeón del Ultratrail del Mont Blanc. Huelga decir que los disgustos y los accidentes son muy corrientes entre buena parte de estos imitadores que se lanzan alegremente y con un equipo mínimo a realizar unas aventuras que los superan.

Mi interlocutor es contundente, mientras observa la fotografía de La Vanguardia de ayer, donde aparece el mítico corredor y esquiador de montaña: «Este tipo nos está destrozando». ¿Por qué? Porque el personal -me explica- quiere ser, como por arte de magia, como este fenómeno criado en los Pirineos, y eso no puede ser. La moda tiene tanta fuerza que, ahora, las actividades tradicionales de montaña son vistas como retos poco interesantes por todos los que han quedado fascinados por la aparente facilidad con la que Jornet va coronando las principales cimas. Los humanos somos así. Puede más el anhelo de ser como el superdeportista que el análisis racional de lo que cada uno puede y no puede hacer.

Antes de que hagamos responsable a este ilustre hijo de la Cerdanya de todos los males que nos puedan pasar, hay que dejar claro que él no engaña. En declaraciones a este diario, lo explicó muy bien hace meses: «Creo que cada uno debe ir a la montaña siendo consciente de los peligros y riesgos que comporta. Saber que si va con menos material los riesgos son más altos y es algo que se debe asumir. Yo voy de la manera que me siento más cómodo, pero soy muy consciente de que los riesgos que corro son mayores. Tampoco quiero convertirme en un ejemplo para nadie: cada persona debe ser consciente de sus capacidades y limitaciones para tomar decisiones».

¿Y por qué creemos que podemos ser Kilians de la noche a la mañana? Porque vivimos en una sociedad que promueve una consigna tan absurda como frustrante y destructiva: las cosas no son tan difíciles como parece y todo el mundo puede hacerlo todo. Da igual que quieras ser cocinero de fama, cantante de éxito o deportista de récord, sólo hace falta que te lo propongas y las cosas -te dicen- irán casi solas. Como si el talento, el esfuerzo y las circunstancias concretas y especiales de cada uno no contaran.

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