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Francesc-Marc Álvaro | Entre dues aigües
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28 feb 2014 Entre dues aigües

Es de la quinta del famoso guitarrista recientemente fallecido. Me dice que él, como tantos, sólo conoce una canción de Paco de Lucía, la famosísima Entre dos aguas, y que hasta hoy no ha sabido -por los periódicos- que se trata de una pieza que nació como por casualidad para rellenar un disco. Aunque siempre ha sido un alma rockera con poca afición por el flamenco, me explica que el éxito de aquella rumba coincidió con su entrada en política y con una historia erótica con una amiga francesa de su prima, que pasaba los veranos en Calafell. Entonces -recuerda mientras pone cara de fumar sin hacerlo- que muchos también estaban entre dos aguas: entre un régimen acabado y un sistema por construir, entre la pasividad y las ganas de protagonismo, entre el miedo y el deseo de romperlo todo… Eso pasaba en 1975, cuando lo del hecho biológico. No es verdad -subraya- que todo el mundo apostara por una democracia de veras. Había partidarios de una democracia con -digamos- excepciones.

En aquel apartamento de Calafell playa, mientras sonaba la pieza del maestro de Algeciras, mi amigo descubría con ansia los secretos de las hijas de la República vecina, deseosas de sol, tortilla de patatas, sangría y costumbres un poco salvajes. La guitarra casa con una escena que deben imaginar con sudor, mucho humo -de tabaco negro- y rumor de mar, el mismo donde se bañaba Carlos Barral. La francesa enloquecía con las notas de Paco de Lucía y todo el día ponía la misma canción, en un pequeño tocadiscos de maleta que ahora compran los fanáticos de lo antiguo. Entre dos aguas no era sólo una banda sonora de verano: durante unos meses, mi amigo hizo compatibles las caricias extranjeras con las escapadas con una antigua compañera de la universidad, una musa combativa que llevaba a cuestas todas las luchas habidas y por haber. Aquella temporada, también lo intentaron captar varios partidos y él flirteó alegre con democristianos, socialistas y quizás alguien más. Había que jugar fuerte. Leía con prisa los libros de bolsillo de La Gaya Ciencia que debían alfabetizar democráticamente a la gente, como el que escribió Josep Melià -tan añorado- sobre la Reforma Política, con un Suárez estilizado en la portada.

La francesa se marchó un día y nunca ha sabido nada más de ella. La compañera de universidad se convirtió, finalmente, en su mujer y ahora es su ex, una abuela de las que protestan con los yayoflautas. Mi amigo hacía siglos que no escuchaba Entre dos aguas: esta música le gusta más hoy que ayer, como si todo volviera a empezar. Es de los que ha decidido hacer nuevos mapas y no tener miedo. En estos momentos -añade sonriendo-, no tiene mejor opción que ser tan generoso con el futuro como lo fue después de la muerte del general, cuando la oscuridad era mil veces más espesa.

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