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Francesc-Marc Álvaro | No és allò d’Ibarretxe
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31 mar 2014 No és allò d’Ibarretxe

Que el Tribunal Constitucional ya haya hablado y que se sepa el resultado del debate con antelación no quita importancia a lo que pasará el 8 de abril en el Congreso de los Diputados. Ese día, los dos grandes partidos impedirán que prospere la demanda del Parlament de Catalunya para que sea transferida a la Generalitat la competencia de organizar un referéndum utilizando el artículo 150.2 de la Constitución. El Gobierno Rajoy, el PP y el PSOE coinciden en frenar la demanda catalana y, además, intentan presentar este momento como una reedición de lo que fue el no de la Cámara baja al llamado plan Ibarretxe, el 1 de febrero del 2005, cuando era presidente Zapatero. Pero hay muchos elementos que hacen improcedente la comparación entre el recorrido de la iniciativa del que fue lehendakari del PNV y la petición catalana.

Primero, la demanda del Parlament responde a un proceso muy transversal que no asume sólo la fuerza que gobierna Catalunya y que tiene acentos diferentes, y por eso escucharemos tres voces en Madrid en vez de una, como quieren los que buscan el linchamiento mediático de Mas; hace bien el president de reservarse para futuras intervenciones, más delicadas. Segundo, lo que pasa en Catalunya responde a un fuerte movimiento de base que, de abajo hacia arriba, supera las lógicas y las previsiones de las direcciones de los partidos. Tercero, el soberanismo de nuevo cuño nace de la profunda decepción histórica que representa la sentencia del TC sobre el Estatut, en el 2010. Cuarto, Mas dispone hoy de muchos más apoyos -dentro y fuera de su formación- de los que disponía Ibarretxe en su día, lo cual define dos liderazgos que tienen poco que ver. Quinto, la existencia de ETA contaminaba inevitablemente todas las propuestas de cambio de statu quo mientras en Catalunya es impecable el carácter democrático y pacífico del movimiento. Y, en sexto lugar. el no del Congreso detuvo de manera definitiva el plan Ibarretxe pero no podrá hacerlo con el proceso soberanista catalán, que ha previsto otras vías para poder organizar una consulta.

Dicho esto, y a pesar de todo, la sesión del 8 de abril será mucho más que un trámite. Porque se solemnizará la negativa oficial del Parlamento español a una lectura flexible de las reglas de juego, todo lo contrario de lo que ha hecho el Gobierno británico al ceder competencias al Gobierno escocés para organizar el referéndum del 18 de septiembre. Europa seguirá con mucha atención este debate, la misma Europa que no puede entender -por ejemplo- que se hagan homenajes golpistas dentro de algunos cuarteles. Y será más que un trámite porque las respuestas que den PP y PSOE a los discursos de los tres diputados catalanes (incluida la eventual oferta de migajas para ir tirando) pueden contribuir -como ya es habitual- a convertir a muchos indecisos en nuevos partidarios de la independencia.

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