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Francesc-Marc Álvaro | L’abstenció de CiU
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09 jun 2014 L’abstenció de CiU

Algunos han descubierto ahora que el pujolismo ya no existe, algo que certificamos hace unos años, sobre todo cuando todo el mundo se dio cuenta de que Artur Mas dice lo mismo en Barcelona, Madrid y Bruselas, y que es un líder de país y no el empleado dócil de ciertas élites. El enfado que ha provocado en algunos sectores la decisión de CiU de abstenerse en la votación de la ley de abdicación del rey pone en evidencia, una vez más, la gran ignorancia que muchos dirigentes políticos y económicos de Madrid (y alguno de Barcelona) exhiben sobre la Catalunya de hoy. Debe de ser que sólo leen a los cronistas que amenazan a Mas en vez de analizar con rigor.

Al anunciar su abstención, CiU ha tomado la única decisión congruente y lógica con lo que hoy es y representa CDC y una parte central de la sociedad. Los que dicen no comprenderlo deberían escuchar qué piensan y sienten las bases, los cuadros, los alcaldes y la mayoría de votantes de esta opción. La nueva CDC de Mas -la que asume el proyecto soberanista a partir de 2010 cuando el TC se carga el Estatut- no es la organización de Pujol y Roca, basada en firmar cheques en blanco y esperar, después, la generosidad de Madrid, al estilo de lo que Santamaría hizo el viernes al anunciar once millones de euros para la rebaja de tarifas y peajes en Catalunya. Tratar a la sociedad catalana con el palo y la zanahoria indica que el Gobierno no ha entendido nada.

Lo tengo escrito hace tiempo: una parte de la sociedad catalana ha desconectado mentalmente de lo que representan el proyecto y los poderes españoles. La desconexión es un fenómeno tangible y no volveremos al mundo de antes, pase lo que pase. Todos los partidos sólo son herramientas que una sociedad tiene para organizar la voluntad colectiva y, por lo tanto, deben estar al servicio de la gente. Al abstenerse, CiU interpreta muy bien el sentir de una gran mayoría social y envía un mensaje: el proceso no es ninguna maniobra táctica, va de veras. El voto afirmativo habría sido suicida y nos habría recordado aquel Cambó que sentenció de muerte a su partido, la Lliga, al no darse cuenta, a finales de 1930, que la opinión ciudadana veía la monarquía como el gran problema. Los apologetas de Cambó -enfermos de amnesia- nunca mencionan aquel episodio. Ahora, sin embargo, para Mas y muchos catalanes el debate no es entre monarquía o república, sino entre votar o no votar.

Por otra parte, que Mas, en su condición de president de la Generalitat, asista a la proclamación de Felipe VI no es -como dicen algunos soberanistas miopes- ninguna bajada de pantalones sino un gesto coherente con el sentido institucional que informa todos sus actos, incluido el discurso de altura que hizo poco después de saberse la abdicación. No olviden que Mas es el hombre de la muy difícil ruptura pactada, un papel imprescindible en esta ahora.

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