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Francesc-Marc Álvaro | Barcelona, el laboratori
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30 jun 2014 Barcelona, el laboratori

La capital de Catalunya se ha convertido más que nunca en un laboratorio político de altísimo interés, pase lo que pase entre el 9 de noviembre y las municipales de finales de mayo de 2015. Lo que se acabe viendo en el Ayuntamiento de Barcelona nos dirá mucho sobre la reconfiguración del mapa catalán de partidos y sobre la redistribución de fuerzas en todos los ejes viejos y nuevos que articulan las lealtades de la ciudadanía. Por varios factores, Esquerra Republicana -que celebra primarias el 11 de julio- está en el centro de todas las miradas. Hay la sensación de que, por primera vez desde los años treinta, cualquier combinación de gobierno en la Casa Gran deberá pasar por los republicanos.

Entre la crisis aguda del PSC y un alcalde convergente que corre el riesgo de defraudar a su votante de siempre y al más reciente, puede haber muchos indecisos y desmotivados en el electorado. ¿Quién pescará en estas aguas? A la izquierda de ERC, aparece el intento de hacer una coalición de izquierdas alternativas que -aprovechando la oleada de Podemos y el naufragio del socialismo catalán- tenga más peso y fuerza en el Consistorio. Se llama Guanyem Barcelona y tiene en Ada Colau uno de sus principales activos, porque también la crítica al sistema paga un peaje a los rituales del sistema, como manifiesta el caso de Pablo Iglesias. ¿Acabarán bajo el mismo paraguas ICV, EUiA, CUP, Podemos y Procés Constituent? Tendría sentido, porque ahora hay muchas opciones parecidas que compiten por el mismo trozo de huerto, siempre relativamente pequeño. La paradoja más chocante de este proyecto es que emite un discurso que olvida que ICV ha participado durante muchos años en la construcción del modelo de Barcelona que ahora se impugna de manera feroz. ¿Desmemoria o cinismo?.

En cambio, en el centroizquierda parece que sólo tenga las cosas claras ERC, tanto si el candidato acaba siendo Bosch como Amorós. Mientras, el socialista Collboni va atado a una marca muy desgastada y no se puede decir que lo ayuden mucho los correligionarios que, después del adiós de Jordi Martí, hacen labor de oposición. Muy hábilmente, los republicanos han reivindicado el legado del maragallismo, una manera elegante de hacerse presentes en la zona mayor y central de los votantes, incluso en momentos tan difíciles para las sufridas y enfadadas clases medias. Y al hacerlo, ERC también reduce el campo de juego de Trias, que ha estado tan preocupado buscando el aplauso de sectores que nunca le votarán que ha regalado el discurso del orden a Alberto Fernández Díaz. Eso, como es evidente, es un error de grandes dimensiones, sobre todo porque hay un votante de orden en Barcelona que nunca elegirá PP, y no sólo por decantación catalanista. Y también es un error porque asocia el orden sólo a respuesta policial.

La batalla de Barcelona volverá a ser apasionante.

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