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Francesc-Marc Álvaro | V de veritat
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12 sep 2014 V de veritat

El éxito contundente de la gran V de ayer confirmó tres cosas: la parte central y más dinámica de la sociedad catalana no aceptará otra vía que no sea votar su futuro, el caso Pujol no detiene la voluntad de miles de personas, y el carácter unitario del soberanismo civil obliga a los partidos y los dirigentes políticos a contener las discrepancias y trabajar de manera cohesionada para alcanzar unos objetivos, el primero de los cuales es la consulta del 9-N. Es cierto que, como pasó en el 2012 y también el año pasado, el gran reto es transformar la energía de la calle en decisiones políticas. Pero esta vez todo el mundo tiene la sensación de que el mandato de los de abajo es mucho más claro: queremos votar y queremos ser escuchados. Lo saben Mas y Junqueras. Y deberían saberlo en Madrid.

La excepcional manifestación de ayer en Barcelona -quizás la mayor nunca hecha en Europa- certifica también que tenemos un país nuevo que ha desconectado de los poderes españoles y que se siente capaz de vivir con la misma soberanía (más o menos limitada) de todos los Estados de la UE, sin necesidad de tener que pedir permiso a Madrid. Un país de verdad que es también un país real. La actitud dominante entre las personas que ayer formamos parte de la V impulsada por la ANC y Òmnium es la confianza: en nosotros mismos, en el espíritu de los tiempos, en la fuerza serena de la democracia… A veces, hay dudas sobre nuestros representantes políticos. La manifestación fue también una manera de reiterar el compromiso de unos y otros.

Es cierto que el soberanismo civil es demasiado optimista cuando expresa que esta Diada es la definitiva, porque todo el mundo sabe -tenga la posición que tenga- que este tipo de procesos son largos o muy largos, que los obstáculos son enormes y que -aparte de las reacciones de Madrid- alcanzar la estatalidad exige pasos importantes, delicados y complejos que no se dan de un día para otro. Todo es extremadamente difícil, aunque haya un momento en que la desconexión social deviene desconexión institucional y política. El control de los tiempos es la clave y no debería perderse de vista, para evitar errores.

A partir de hoy entramos en un periodo intenso que viene marcado por el hito del 9 de noviembre. La legalidad del Parlament y la legalidad del Gobierno español chocarán inexorablemente y veremos quién sabe hacer y argumentar mejor para superar el round. Debe dominar el cerebro y no el estómago. Ya he escrito antes que el bloque partidario de la consulta será fuerte si trabaja unido, con inteligencia y confianza. Los poderes españoles alimentan la discordia, la confusión y la desconfianza, es su esperanza. Las personas que ayer formaron la V esperan, sobre todo, la hora de la gran política.

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