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Francesc-Marc Álvaro | Passat, futur i enquesta
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29 sep 2014 Passat, futur i enquesta

Este fin de semana, el pasado (más incómodo) y el futuro (más incierto) se han hecho visibles en Catalunya de una manera especialmente contrastada. Se han hecho visibles y casi se han solapado, creando así un extraño cortocircuito. El viernes por la tarde, Jordi Pujol comparecía en el Parlament para explicar -en teoría- lo que apuntó en el comunicado del 25 de julio. El sábado por la mañana, Artur Mas firmaba solemnemente el decreto de convocatoria de la consulta, en compañía de los dirigentes pro-derecho a decidir, excepto los de ICV, demasiado pendientes de los vigilantes de la vieja hegemonía. CiU aparece en el centro de las dos viñetas, es normal: la superación del pujolismo por un nuevo soberanismo que modifica la centralidad política tiene como elemento principal (no único, pero sí indispensable) el cambio de mentalidad del bloque nacionalista moderado que, antaño, se sintió interpretado por el expresident. Sin esta parte de población no hay proceso. Los que confunden la política con un juego de rol denominan estos sectores (con desdén adolescente) «les tietes».

Yo he llegado, desde hace tiempo, a la misma conclusión que el colega Juliana: está surgiendo el Partit del President y, al mismo tiempo, muere la CDC pujolista. Sólo añado dos matizaciones: a) el Partit del President tiene como principal obstáculo y problema la estrategia de defensa de la familia Pujol Ferrusola; b) la CDC pujolista murió mucho antes de la penosa comparecencia de Pujol, lo hizo cuando Mas optó por hacer más caso de las clases medias agraviadas por Madrid (y la crisis) que de las élites barcelonesas que le veían como el empleado dócil de un mundo inmutable. Y una paradoja: Junqueras y los más informados de ERC saben que un Mas debilitado se traduciría en más responsabilidad de la que ahora ellos pueden y quieren asumir. A veces, lo más táctico es también lo más generoso.

Pujol se equivocó terriblemente cuando no respondió ninguna pregunta de los grupos parlamentarios y cuando, con una actitud impropia de quien ha sido presidente 23 años, riñó a los representantes del pueblo. Esta pésima actuación hace daño a CiU pero -nueva paradoja- no resta autoridad al papel de Mas como portavoz institucional de lo que pide una parte importante de la sociedad. Por eso, desde ahora y hasta el 9N, se intensificará la búsqueda (y/o fabricación) de porquería que pueda manchar el nombre del president.

El artículo 2 del decreto de convocatoria de la consulta deja claro que se trata de «conocer la opinión de las personas llamadas a participar sobre el futuro político de Catalunya». Lo que Rajoy denomina «el lío» desemboca en una especie de encuesta a gran escala que, además, no es vinculante. ¿Cómo puede ser que esto no sea constitucional? Porque el mero hecho de preguntar significaría admitir que la parte que responde no es propiedad sagrada de un todo.

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