ajax-loader-2
Francesc-Marc Álvaro | Imagineu una illa
3193
post-template-default,single,single-post,postid-3193,single-format-standard,mikado-core-2.0.4,mikado1,ajax_fade,page_not_loaded,,mkd-theme-ver-2.1,vertical_menu_enabled, vertical_menu_width_290,smooth_scroll,side_menu_slide_from_right,wpb-js-composer js-comp-ver-6.0.5,vc_responsive

19 dic 2014 Imagineu una illa

Se acaba el bloqueo de EE.UU. a Cuba y volvemos a pensar en una isla que forma parte de nuestra memoria más que ningún otro país de América. Me viene a la cabeza mi abuelo materno, Francisco Vidal Sanahuja, que en el año 1912 se marchó a La Habana a hacer fortuna pero fracasó y tuvo que regresar a Vilanova i la Geltrú tal como había salido de allí, sin haberse convertido en un americano de los que tenían tanto dinero que podían dedicarse a sufragar edificios y parques públicos en sus pueblos de origen. De aquel intento salió rebautizado: hasta el día de su muerte respondió al nombre de Pancho.

En cambio, como ha explicado el profesor Joaquim Roy, experto en los vínculos americanos, Josep Garrigó Artigas, que acabó fundando el Banco Garrigó, fue un vilanovés que sí alcanzó un gran éxito en Cuba, desde Santiago de las Vegas, donde montó una tienda -La Barcelonesa- en la que se podían comprar desde comestibles hasta objetos de ferretería y para la construcción. El nieto de aquel chico que se marchó de Catalunya con sólo 14 años, José Ramón Garrigó, se trasladó a Estados Unidos después de la revolución de Castro y llegó a ser presidente del Pan American Bank of Miami. Desde la costa catalana hasta Florida, pasando por la Perla de las Antillas, hay centenares de historias parecidas de migración y exilio, de arraigo y añoranza, de triunfo y derrota.

Raúl Castro y Barack Obama empiezan a desmontar un absurdo de la guerra fría mientras los corresponsales nos explican que el cambio generacional ha sido un factor esencial en esta nueva perspectiva. Los nietos ya no piensan como los abuelos, y lo que era concebido como una batalla que se tenía que ganar por KO ahora muchos lo consideran de una manera menos épica, asumiendo que la dictadura no caerá por la fuerza exterior, sino que tendrá que disolverse desde dentro, de manera que el estropicio sea mínimo. Mientras, nosotros imaginamos una isla donde, si te pierdes por Guanabacoa, puedes encontrar aún al fantasma de mossèn Cinto, fascinado por los ritos de la santería. El papa Francisco -que ha sido clave en este giro histórico- debería leer ahora el poema L’Atlàntida; parece ser que uno de sus antecesores, León XIII, lo hizo.

Cuba fue el futuro, durante muchas décadas. Una América donde todavía era posible inventarlo todo. Donde los que llegaban se inventaban una nueva vida. Una isla y una idea, antes y después de la revolución de los barbudos que admiró medio mundo y que, después, con el tiempo, se torció. Con el recuerdo del colonialismo español y siempre bajo la sombra del Tío Sam, los cubanos desarrollaron una identidad fuerte, admirable y digna, sometida a los caprichos de la geopolítica y a los corsés ideológicos, castigada por el inmovilismo y el imperio.

Deseo y espero que los cubanos salgan adelante.

Etiquetas: