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Francesc-Marc Álvaro | Bombardeig d’amor
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27 jul 2015 Bombardeig d’amor

Un buen amigo me regala un libro pequeño, una verdadera joya bibliográfica, titulado Amor a Cataluña, editado por Ediciones Ruta el año 1942 en Madrid. La portada del volumen consiste en un perfil de la Península Ibérica sobre el cual una mano dibuja las cuatro barras de la bandera catalana. El autor del libro es Ernesto Giménez Caballero, escritor, ideólogo y político de filiación fascista. El año 1942, no fueron buenos tiempos para los demócratas. Por ejemplo, aquel julio empezaron las deportaciones del gueto de Varsovia a los campos de exterminio nazis y aquel noviembre los alemanes ocuparon la Francia de Vichy, mientras los japoneses invadían Birmania, Singapur, Timor, Nueva Guinea, Java y Filipinas. Entre las tropas de Hitler en Rusia, estaban los españoles de la División Azul. Los ejércitos del Tercer Reich no fueron derrotados hasta 1945. En España, los golpistas gobernaron hasta 1975.

Giménez Caballero tituló con mucho acierto un capítulo de su libro “Ante la tumba del catalanismo”. Su prosa es la del vencedor que ajusta cuentas con el enemigo, feliz: “Pero frente a esos sueños fulminantes de Francisco Cambó y Francisco Macià, surgieron las realidades guerreras de otro Francisco: Franco. La verdad Unificadora [con mayúscula] y eterna de España. Y Barcelona, cuna romántica del Catalanismo en 1833, le sirve al Catalanismo de tumba el 26 de enero de 1939”. Obsérvese que el ideólogo –llevado por las ganas de hacer limpieza- no salva a Cambó, a pesar del valioso apoyo dado por el viejo líder de la Lliga al bando franquista. ¿Amnesia o aplicación de aquel refrán según el cual Roma no paga traidores? Es un dato interesante del que algunos deberían tomar buena nota.

El literato fascista había estudiado a fondo el caso catalán desde los años veinte, incluida su literatura, que conocía detalladamente. Sentía una atracción especial por la “región” que no se dejaba asimilar. Él lo consideraba amor. Un amor puro que no implicaba debilidad. Porque el amante quería frenar “aquel Separatismo canceroso que se comiera Cuba, Portugal, Flandes, Argelia, ¡el Imperio! Y amenazaba con devorar –a través de ciertas regiones españolas- al ser mismo de nuestra patria madre”. Amor a Catalunya, un sentimiento noble, ¿verdad? Giménez Caballero utiliza unas palabras de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange, para explicarse: “Nosotros amamos a Cataluña por española y porque amamos a Cataluña la queremos más española cada vez”. Está clarísimo. ¿Qué dirigente político español no suscribiría hoy esta bonita y constitucional frase?

Más que la hora del miedo vivimos la hora del amor. Habrá amenazas, claro, pero brillarán más las grandes declaraciones de amor encendido a Catalunya. Hasta el 27-S, irán pasando por Barcelona, cada día, mujeres y hombres de primera línea que nos harán saber lo mucho que nos quieren.

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