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Francesc-Marc Álvaro | El nadó diputat
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15 ene 2016 El nadó diputat

Ha provocado polémica que la diputada Carolina Bescansa llevara a su bebé a la sesión inaugural de la nueva legislatura del Congreso de los Diputados. Éxito de los estrategas de Podemos, porque la controversia es justamente el objetivo estratégico de quien construye el acontecimiento, de quien conoce perfectamente las reglas de la sociedad del espectáculo y las aplica el día que puede convertir en contra-discurso una foto. La número tres de Iglesias explicó que se trata de un gesto intencionado para generar debate y denunciar que “la mayoría de madres en nuestro país no tienen la posibilidad de mantener la crianza de los hijos y llevarlos al trabajo”.

Sobre este episodio y más allá de la necesidad evidente de favorecer la conciliación familiar desde el mundo público y privado, hago mías las palabras de Empar Moliner, que pone el dedo en la llaga cuando recuerda, desde su columna en el Ara, que no a todos los trabajos puedes ir con el bebé, como hace la diputada: “pero la cosa cambia si eres una cajera de súper, una limpiadora, una conductora de autobús, una secretaria de dirección, una periodista, una tendera o una monitora de gimnasio. Todas estas ya querrían tener un privilegio tan bestia como el que tiene Carolina Bescansa: una guardería en el puesto de trabajo”. Es clarísimo que el problema tiene una complejidad que la propaganda no quiere ni pretende recoger. Y también hago mía una observación, muy pertinente, de Laia Bonet, que fue diputada en el Parlament de Catalunya: la tarea de un parlamentario tiene muchas más facetas que sentarse en el escaño durante los plenos, habrá muchos días en qué la madre del pequeño Diego –lo quiera o no- tendrá que confiar en la guardería de la Cámara Baja. Fuera de los focos, la realidad es más pactista que la escenificación.

Lo más divertido de este festival de agudeza comunicativa es que una de las mujeres que se ha quejado más de la maniobra mediática de Podemos haya sido Carme Chacón, que construyó toda su imagen de mujer de poder (aspirante a liderar al PSOE) a partir de varios golpes de efecto de feminidad posfeminista, jugando con el impacto de una ministra de Defensa embarazada. Quien fue icono central de una explotación nada inocente y muy calculada del papel femenino en la sinsubstancia del Gobierno Zapatero denuncia –con ademán indignado- el teatrillo con criatura del partido que quiere substituir al PSOE.

La moraleja es tan entrañable como cínica: niños y niñas, nada se parece más a las comedias de la vieja política que las comedias de la nueva, salvo la naturalidad fresca (aquí no cuento con Errejón, incómodo como niñera) con que los emergentes interpretan su momento de gloria catódica. A Chacón siempre se le veían los hilos que mueve el titiritero mientras Bescansa parece filmada por Guerín.

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